"Si los 7.000.000.000 de personas que habitamos el planeta fuéramos capaces de resolver el cubo de Rubik en menos de 10 segundos y estuviéramos trabajando en ello 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año… necesitaríamos más de 1000 años para explorar las múltiples posiciones que existen". Con estas palabras el actor Morgan Freeman narra en el programa "Secretos del universo" las impresionantes cifras que algunos matemáticos manejan para poder resolver cualquier problema en un instante. El cubo de Rubik y su idiosincrasia matemática es el punto de partida para extrapolarlo a los grandes problemas de la humanidad.

Ni siquiera los ordenadores más potentes que existen hoy en día son capaces de resolver el algoritmo de dios, por lo que Tom y su equipo decidieron “simplificar el problema dividiéndolo en problemas más sencillo”. Para ello se usó la teoría de grupos, dividiendo el problema en 2.000.000.000 millones de problemas más pequeños, para que finalmente varios ordenadores independientes y en paralelo pudieran resolverlo. Después de 1.000.000.000 de segundos, Tom y su equipo lograron averiguar cuál es el algoritmo de dios: el cubo de rubik requiere de 20 movimientos como mínimo.

Aunque invertir esfuerzos (y mucho dinero) en averiguar cómo resolver el cubo de esta forma pueda parecer en principio algo inutil, sin duda es el punto de partida para resolver cualquier problema que tenga partes interconectadas. Por ejemplo ¿se podría erradicar el hambres si optimizamos la distribución de alimentos? ¿se podría curar al instante enfermedades conociendo la secuencia adecuada de procedimientos para localizar los gérmenes? Si existe una solución matemática, se podría solucionar. Cualquier investigación es este ámbito es fundamental para conocer la solución optima a los problemas actuales (y futuros) de la humanidad.